La inteligencia emocional, ¿reconoces tus emociones?
Entendemos por emoción a la experiencia multidimensional que deriva a tres sistemas de respuesta, por un lado, la respuesta cognitivo/subjetivo, conductual/expresivo y la fisiológico/adaptativo.
Para poder entender las emociones es necesario tener en cuenta estas tres dimensiones por las que se manifiesta. Cada una de estas dimensiones adquiere una relevancia especial en una emoción en concreto, en una persona en particular y ante una situación determinada.
Los procesos psicológicos conllevan una experiencia emocional que puede ser de mayor o menor intensidad y de diferente grado de cualidad y magnitud, siendo de utilidad la función que tiene de eficacia a la hora de que se ejecuten reacciones conductuales en los individuos como modulador en la adaptación social y el ajuste personal.
Las emociones tienen tres funciones principales importantes:
- Funciones adaptativas al medio y/o circunstancias.
- Funciones sociales de comunicación e interacción con el medio.
- Funciones motivacionales que impulsan y generan fuerzas en los individuos.
Las emociones surgen al actuar de acuerdo con lo que sentimos, siendo su origen en la amígdala antes de que llegue al cerebro pensante y por ello se tiene la sensación de no saber que ocurrió. El sistema límbico, el hipocampo y la amígdala son los responsables de la mayor parte del aprendizaje emocional de los individuos. Las emociones afectan e influyen en el proceso de aprendizaje y toma de decisiones, creando soluciones y alternativas en el día a día de forma muchas veces inconsciente. Por lo tanto, aprendemos conjuntamente y de manera automática de los hechos que nos rodean y de la señal emocional que se manifiesta al mismo tiempo y que termina provocando un sentimiento que proviene de esa emoción.
Las emociones no se aprenden, nacemos con ellas y aprendemos a conectarlas a través de los hechos con una emoción que ya está ahí. Las emociones alcanzan sus objetivos al generar acciones.
La inteligencia emocional nos hace ser capaces de separar aquellas emociones que son negativas, el miedo o el pánico, son ejemplos de emociones que colapsan las acciones de los individuos dejando sin elementos racionales que operen nuestra conducta. Las experiencias nos enseñan a diferenciar entre las emociones positivas y negativas, siendo las primeras productoras de creatividad y energía para adaptarnos a las circunstancias con un mejor provecho.
La autoconciencia emocional es la conciencia de los propios estados internos, nuestros recursos e intuiciones propias. La inteligencia emocional nos aporta competencia para reconocerlas y saber los efectos que éstas tienen sobre nuestro estado físico, comportamiento y pensamiento.
Por:
Iolanda Muñoz
Docente Rama Sanitaria
Etiqueta:autoestima, Enfermería