¿Quieres saber más sobre el Ictus?
Ictus, embolia, accidente vascular cerebral, ataque de apoplejía, son términos utilizados para referirse a una alteración brusca del riego sanguíneo que llega a nuestro cerebro.
Puede ser por la obstrucción del paso de la sangre hacia una parte del cerebro a consecuencia de un coágulo (ictus isquémico en un 85% del total) o hemorrágico por la rotura de un vaso del cerebro (ictus hemorrágico en un 15% del total). Los factores de riesgo son la suma de hábitos poco saludables y circunstancias personales. La edad es un factor que incrementa el riesgo a partir de los 60 años y el sexo (se da más en hombres que en mujeres, aunque la mortalidad es mayor en estas últimas). Antecedentes familiares de ictus, y pertenecer a la raza negra americana, aumentan las probabilidades.
Entre el control de los factores de riesgo modificables están:
- Hipertensión
- Arteriosclerosis
- Tabaquismo
- Diabetes mellitus
- Obesidad
- Alcoholismo
- Sedentarismo
- Anticonceptivos orales
¿Cómo detectar un ictus?
Las seis señales de alarma:
- Pérdida de brusca de fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
- Trastornos de la sensibilidad.
- Pérdida súbita de la visión parcial o total, en uno o ambos ojos.
- Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien lo escucha.
- Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
- Sensación de vértigo intenso, inestabilidad y desequilibrio.
Sí se detectan estos signos se debe acudir a un centro médico o ser trasladado lo antes posible a un hospital para recibir atención neurológica urgente. Las primeras tres horas son claves para que el tratamiento sea eficaz, siendo mayor la probabilidad de recuperación y disminuir las secuelas o evitar la muerte. Los ictus hemorrágicos debidos a malformaciones congénitas de los vasos sanguíneos y aneurismas se tratan con embolización (sustancias taponadoras) y ictus isquémicos se tratan con un fármaco trombolítico o fibrinolítico (destrucción del trombo).
Según el área del cerebro lesionada, las consecuencias pueden ser varias, por ejemplo, dificultad para mover un lado del cuerpo, para mantener el equilibrio, para hablar, para pensar o para sentir. Se debe empezar la rehabilitación lo antes posible, con una intervención multidisciplinar (farmacología, fisioterapia, logopedia, etc.) e intensiva, como mínimo durante los primeros 3 o 6 meses.
Por:
Iolanda Muñoz
Docente Rama Sanitaria
Etiqueta:Constantes Vitales, enfermedad crónica, Enfermería, Fisioterapia, salud