¿Cómo reducir los efectos del cambio horario?
Con octubre llega uno de los dos cambios horarios que se producen a lo largo del año con motivo de ajustar a las horas solares el consumo energético del sector productivo industrial, motivo que obliga a la población a cambiar los relojes una hora más o menos en función de la época del año.
Estas modificaciones horarias, aunque son pequeñas producen algún que otro desajuste en nuestro reloj biológico manifestándose en una especie de “Jet lag” similar a lo que ocurre cuando hacemos viajes intercontinentales donde hay cambio de franja horaria.
Con unos sencillos consejos que más adelante citaremos podemos reducir los efectos que se producen los primeros días después del cambio de hora.
Nuestro organismo está programado biológicamente para seguir un ritmo en función de los rayos solares (horas de sol y luz), este ritmo se conoce como “Circadiano” dividido en las fases de sueño-vigilia que controla el cerebro. La luz activa el funcionamiento de nuestro cuerpo al máximo rendimiento y la falta de ella lo reduce y prepara para el descanso nocturno.
Después de meses manteniendo una rutina horaria en las comidas, el trabajo y las horas de sueño, se debe adelantar o atrasar una hora todo nuestro ritmo y esto, puede provocar una serie de alteraciones que, aunque no comportan un gran problema para nuestra salud sí unas ligeras molestias, sobre todo en personas mayores y bebés como, por ejemplo:
- Problemas digestivos derivados del cambio brusco en la rutina manifestados por gana o desgana, dolor y otras alteraciones.
- Alteración en las horas efectivas y reparadoras del sueño mientras nuestro cerebro vuelve a reajustar el ritmo circadiano.
- Cansancio matutino por la falta de descanso efectivo durante la noche.
- Hay más accidentes laborales, de tráfico y domésticos en general por cansancio y falta de concentración
- Aumento en la intensidad de los síntomas en personas con trastornos depresivos.
¿Cómo podemos reducir estos efectos?
Aunque son efectos que no se alargan más allá de los 10 días como máximo, podemos preparar el cuerpo previamente al cambio para reducirlos, un ejemplo podría ser:
- Acostarse una hora antes los días previos al cambio.
- Realizar ejercicio físico moderado y de forma regular.
- Cenar adecuadamente evitando las grasas y salsas copiosas, así como aumentar el consumo de agua.
- Evitar el alcohol, café y bebidas excitantes en general.
Con estos consejos sencillos y una buena dosis de paciencia podemos llegar a adaptarnos al nuevo cambio horario sin demasiadas alteraciones que comporten un problema de salud y continuar con la normalidad en nuestras vidas.
Por:
Iolanda Muñoz
Docente Rama Sanitaria