¿Cada cuánto deberíamos hacernos análisis de sangre?
Gracias a los análisis de sangre, el médico puede evaluar nuestro estado de salud y diagnosticar algunas enfermedades de manera rutinaria o ante algunos síntomas que podamos presentar. Este tipo de prueba médica es muy común y sencilla, ya que solo requiere un análisis de laboratorio de una pequeña extracción de sangre del paciente.
En este artículo te detallamos en qué consiste el análisis de sangre, en qué casos puede ser de más utilidad y cada cuánto deberíamos realizarlo, así como algunas cuestiones a tener en cuenta.
¿Qué incluye el análisis de sangre?
El médico determinará siempre en cada caso qué tipo de análisis de sangre debemos hacernos, ya que este puede ser básico o más completo. En general puede limitarse a un hemograma, es decir, un estudio cuantitativo de los elementos celulares presentes en la sangre (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas), así como la forma de las células.
En segundo lugar, también podría solicitar una bioquímica sanguínea para analizar las sustancias químicas presentes en la sangre. Al comprobar parámetros como la glucosa, las enzimas, el colesterol, los iones minerales o las hormonas se puede averiguar el estado y función de algunos órganos.
¿Quién interpreta los análisis de sangre?
Los análisis de sangre destacan siempre con algún símbolo específico los valores que están fuera del rango que se considera normal. No obstante, ese dato es insuficiente para que nosotros mismos podamos interpretarlos y, mucho menos, realizar un diagnóstico.
A pesar de toda la información que hay en internet, interpretar las analíticas es una función exclusiva del médico. Unos valores anormales pueden llevarnos a una preocupación innecesaria. Además, los resultados son estadísticos y pueden presentar variaciones según el laboratorio e incluso según la persona.
¿Cada cuánto deberíamos hacernos análisis de sangre?
No hay una periodicidad determinada para hacernos análisis de sangre, ya que esta prueba dependerá de nuestra edad y estado de salud. A modo general, una persona joven y sana podría hacerse una analítica una vez al año.
Siempre que nos presentemos ante el médico con algunos síntomas, el análisis podrá ayudar a establecer un diagnóstico. En algunos casos puede ser que ya no sean necesarias más pruebas. Por ejemplo, en casos de anemia o infección.
Por otro lado, aquellas personas que estén en tratamiento por alguna patología realizarán análisis de sangre con la frecuencia que determine el médico. De este modo se podrá hacer un seguimiento de la enfermedad y de la efectividad del tratamiento.
Algunos ejemplos de casos que requieren analíticas son los tratamientos de quimioterapia, durante el embarazo (cada 3 meses), en pacientes diabéticos, personas mayores o antes de iniciar un tratamiento con anticonceptivos orales.
¿Y los niños?
No hay una recomendación específica siempre que el niño esté sano. En cambio, sí se aconseja tener en cuenta los siguientes casos:
- Un análisis a partir de los 8 años cuando hay antecedentes familiares de enfermedades genéticas.
- Análisis rutinarios si el niño tiene una enfermedad crónica como por ejemplo diabetes, celiaquía, patología renal, etc.
- Si el niño tiene que tomar algún medicamento durante largos periodos.
¿Qué debemos tener en cuenta?
- El análisis de sangre debe hacerse, en muchos casos, en ayunas (sin ingerir alimentos ni beber agua desde, al menos, las 8 horas anteriores). En especial cuando hay que medir valores como el colesterol, la glucosa o los triglicéridos.
- Siempre deberemos informar de cualquier medicamento que estemos tomando, ya que algunos podrían interferir con los resultados de la analítica. Por ejemplo, los analgésicos, los antiinflamatorios o los corticoides orales.
En síntesis, podemos concluir que los análisis de sangre son útiles para controlar nuestra salud en general y diagnosticar posibles enfermedades. Además, una vez definido el diagnóstico de una patología, nos ayudarán a controlarla y confirmar la eficacia del tratamiento.
Del mismo modo que no debemos alarmarnos ante algunos valores fuera de rango, tampoco las analíticas “normales” son garantía de buena salud. Esto demuestra que la función del médico es siempre imprescindible.